Mi amado Quijote, cambiaria mi otoño por ser primavera, llegar a tu regazo, me ames por vez primera, con la frescura de la hierva naciente y la seguridad de tu experiencia. Es una quimera, nada de eso puedo cambiar, tampoco puedo apagar el fuego que incinera mis entrañas, trepándose como enredadera obnubilándome la razón. Quizás no sepas, que este huerto no ha vuelto a ser fecundado desde que lo hicieras tu, así guardé la tierra que sentí tuya. Se que tu corazón, como el vino de tus venas se han llenado de vida con la brisa de una refrescante primavera, tus mariposas despertaron a una nueva aurora. Amado Quijote, ve tras ese nuevo horizonte, mi corazón necesita saberte feliz. Dulcinea
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